jueves, 11 de marzo de 2021

El buen profesor

 

Fuente:elaboración propia a partir los apuntes de la asignatura “Habilidades docentes 
y gestión del aula de ELE” de la Unviversidad e Nebrija, Madrid.


Mediante la infografía anterior, he querido resumir las competencias que el Instituto Cervantes considera que un profesor de idiomas ha de poseer. De un modo visual y muy resumido, podemos dejar grabadas en nuestra mente las competencias que deberemos trabajar cuando nos encontremos planificando una clase o impartiéndola. Considero muy importante tener siempre presente la necesidad de aplicar todas estas competencias ya que son indispensables si queremos llegar a convertirnos en unos buenos profesionales, y si tuviéramos que eliminar alguna, probablemente no sabríamos cual

No obstante, yo me voy a decantar por elegir aquellas que, en mi opinión, ocuparían el primer lugar y que, sin ellas, las demás me parecen irrelevantes. Desde mi punto de vista, son prioritarias aquellas competencias que implican los factores afectivos en el proceso de aprendizaje, tanto la gestión de las emociones, como el papel motivador del profesor son la base del aprendizaje. Si el docente no consigue motivar y llegar a su alumno, el resto de competencias, recursos o herramientas no servirán de nada. En palabras de Stevick (1980):

El éxito (en el aprendizaje de una lengua extranjera) depende menos de los materiales, técnicas y análisis lingüísticos, y más de lo que sucede dentro de y entre las personas en el aula.

Siguiendo en esta línea, me resulta muy interesante un concepto nuevo, el de docente como “facilitador”, frente a lector y profesor, que nos ofrece Underhill (2000). Este autor hace distinción entre tres tipos de docentes, y el concepto de “facilitador” representa a aquel profesor que incluye la faceta psicológica, aquel  que tiene en cuenta tanto la atmósfera del aprendizaje como los procesos interiores que se producen con el mismo.

 

A futuro, me gustaría pensar en mis capacidades como docente más en una evolución hacia este concepto y no quedarme en profesor. Para ello, de acuerdo con el autor, no debemos perder de vista los siguientes factores:

  • Tener voluntad por formarse y adaptarse
  • Fijarnos una motivación personal por la cual tenemos claro que queremos ser facilitadores y no quedarnos en profesores
  • Invertir tiempo y dinero
  •  Y, sobre todo, la satisfacción del efecto sobre los estudiantes de nuestro modo de actuar

Una vez en el aula, espero no solo poner en práctica esto, sino ampliarlo al papel motivador del profesor, al plano afectivo, un buen docente o facilitador considero ante todo ha de estar él motivado, y después, trabajar en la motivación y necesidades de los alumnos a diario, no sólo necesidades docentes, sino en muchos casos, como con niños y adolescentes las necesidades afectivas, que se sientan valorados y su esfuerzo reconocido.

Para terminar, presento un video de una gran escritora estadounidense, Siri Hustvedt y la importancia de la motivación para ella en su faceta como profesora.

 



  1. Bibiliografía

  2. Stevick, E. (1980) Teaching Languages: A Way and Ways. Rowley, MA: Newbury House.

  3. Underhill, A. (2000) «La facilitación en la enseñanza de idiomas». En Arnold, J. (ed.La dimensión afectiva en el aprendizaje de idiomas. Madrid: Cambridge University Press.

 


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